Pensamientos en la oscuridad. Parte III



Pero nada de eso era comparable al miedo que sentía por la posible pérdida de su objeto más preciado. En ocasiones gritaba a las lejanas paredes de la cueva o golpeaba a la oscuridad, por miedo a que alguien le arrebatara el preciado tesoro que poseía.

Lo había robado hacía tiempo. Había matado para conseguirlo, causando un terrible mal en los que le rodeaban. Años después había conseguido convencerse a sí mismo de que era su regalo de cumpleaños, pero no sin haber perdido a cambio la cordura.

Pensamientos en la oscuridad. Parte II


No me preguntéis qué era, ni cómo había llegado allí. Arrastrando los desmejorados pies en un andar desgarbado, como un gusano que acaba de recibir unas patas que no sabe utilizar, el viejo Gollum avanzaba por su isla enana. Terminaba de ingerir el pez que había capturado de un rápido movimiento con su fuerte mano y miraba alrededor hacia ningún sitio en absoluto, porque no había nada que pudiera ser visto en la más completa oscuridad. O tal vez él, acostumbrado a estar allí desde hacía años y años, era capaz de distinguir algo en medio de la sombra omnipresente.